En este mundo de los negocios tan globalizado y competido la exigencia de optimizar los recursos especialmente el tiempo se vuelve cada vez más elevada. Las empresas definen sus objetivos y estrategias y con el cambio constante del entorno, la competencia y las regulaciones, entre otros; estas estrategias cambian de rumbo en corto tiempo y por lo tanto los empleados se encuentran en la encrucijada de tener mucho que hacer con muy poco tiempo; y después de todo, una semana laboral solo tiene las horas que tiene. El líder se pregunta entonces: ¿Cómo hago para atender el día a día y también los objetivos y proyectos especiales? ¿Cómo hago para moverme efectivamente entre lo urgente y lo importante?

El miedo a lo desconocido y al error, la falta de foco y priorización de lo crucialmente importante, la dificultad para delegar y empoderar, la falta de confianza en su equipo de trabajo, la dificultad para decir “no” y la ausencia de métodos para hacer seguimiento y control a los objetivos y metas son algunas de las causas por las que las personas no hacen una gestión efectiva del tiempo y los recursos, impactando esto en sus resultados y en su productividad y en algunos casos con un alto precio en su vida generando estrés, enfermedades y baja autoestima.

Es posible que algunos tipos de personalidad favorezcan trabajar de una manera más organizada, sin embargo, la buena noticia es que ser organizado es más una cuestión de hábitos, es una habilidad que se puede aprender y desarrollar con actitud, disciplina y persistencia.

Al final de este proceso te darás cuenta también que desarrollar esta habilidad impacta favorablemente, no solo tu desempeño laboral, sino también tu ámbito familiar, social y personal, pues tendrás más tiempo y energía para hacer lo que verdaderamente te interesa y te gusta, logrando así un sano equilibrio en tu vida.